Cuentos de María Elena Walsh

08.04.2014 15:04

Cuentos de María Elena Walsh

María Luisa Miretti

A propósito de El diablo inglés, de María Elena Walsh. Ilustraciones de Douglas Wright. Alfaguara, Buenos Aires, 2014.

Inicia el libro el ya conocido cuento “El diablo inglés” que con tanta gracia y profundo contenido ha escrito María Elena Walsh (1930-2011). Si bien alejamos a la literatura de cualquier concepto didactizante, en este caso es posible observar cómo un relato de valor es capaz de formar e informar al mismo tiempo (alude a las Invasiones Inglesas de 1806 en el Río de la Plata, en forma cuasi humorística, mezclando lo telúrico con lo ocurrido en esa época).

Son siete cuentos muy interesantes -sugeridos a partir de los 8 años- (como siempre decimos, esto es tentativo), en los que se destacan “El País de la Geometría” y los esfuerzos del compás por mantener su reinado y “La Sirena y el Capitán”, una preciosa leyenda, en la que se puede apreciar el valor de la amistad, cuando un conquistador -con toda su omnipotencia- intenta secuestrar a una sirena y los amigos (animales) la defienden, “Angelito”, ayudando a San Pedro desde el cielo, “Gaucho Verde”, y otros.

Lo más sorprendente como revelación es la versión que hace la autora de un texto de Lewis Carroll sobre “La Morsa y el Carpintero”, dando continuidad al poema recitado por Tararí y Tarará (a Alicia) en el Capítulo 4 de Cuando Alicia atravesó el espejo. Si bien respeta la idea original de destacar la hipocresía humana a través de estos animales, mantiene el estilo, aunque reemplaza las estrofas (los sextetos por cuartetas). Cambia ciertas expresiones propias del contexto (barrendero/ troche y moche), pero la idea original se mantiene: el engaño se elucubra, se produce y aparenta lamentarse sin consecuencias, poniendo en evidencia la misma escala de valores (ideal para trabajar con todas las edades).

“—¡Cuánta pena me dais! —dijo la Morsa—, / os compadezco, soy muy infeliz. / Y llorando eligió a las más gorditas, / con un pañuelo en la nariz.// —Amigas ostras —dijo el Carpintero—, / el paseo ¿qué tal os ha caído?/ Las ostras no pudieron contestar / porque ya las habían engullido”.

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